Crónicas desde Estambul (I): Con el Adriático a estribor, destino a Sarajevo

En este momento, estoy en Estambul. Aquí voy a pasar, como mínimo, los siete días que necesito para tramitar el visado que me llevará a Irán. Al tiempo de espera ya le he buscado utilidad. Además de contaros cómo he llegado hasta aquí, voy a aprovechar estos días para poner a punto a La Chiquitinami Royal Enfield Himalayan- que ya va necesitando los mimos de un concesionario después de tanta carretera.

LA COSTA DÁLMATA

Retomo el relato donde lo dejé en mi último post, en Venecia. De allí salí como llegué, remando. La lluvia y la niebla me acompañaron durante toda la jornada, en mi paso por Eslovenia y casi hasta llegar a Crikvenica –ya en Croacia- que era mi destino del día. Puse mis huesos a secar en un lugar espectacular, el B&B Saint Alliance, que pude valorar en toda su dimensión cuando amanecí al día siguiente y vi que mi habitación se despeñaba sobre el mar. Las impresionantes vistas ya anticipaban lo que iba a ser, y de hecho fue, mi ruta por la Costa Dálmata.

Ya no me despegué del Adriático hasta llegar a Split. Pasé dos días -haciendo noche en Zadar- rodando por carreteras pegaditas al mar, y en Split lo seguí disfrutando, aunque de una manera más urbana ya que me quedé un par de días para conocer esta espléndida ciudad ¡lo merecía!

SPLIT

En Split me instalé en el centro, en una casita tradicional al lado de la Plaza de la Fruta, lo que me permitió turistear a mi aire y disfrutar del laberinto de calles que discurren por el Palacio de Diocleciano. Sí, calles, habéis leído bien, os explico: el Palacio de Diocleciano es una ciudad dentro de otra ciudad, es el corazón y el alma de Split, y es, además, una de las ruinas romanas más imponentes del mundo.

El término “palacio”-en el caso del de Diocleciano- despista un poco ya que en realidad estamos hablando de una estructura masiva de más de 30.000 m2 que en su tiempo llegó a albergar a más de 9.000 personas. Se asemeja mucho a una fortaleza, aunque tiene todos los lujos y desproporciones de un palacio. Fue construido entre los siglos III y IV d.C. para que el emperador Diocleciano pasara aquí su jubilación ¡mal sitio no eligió!

Posteriormente -en el siglo VII y estando ya en ruinas- los ciudadanos de una población vecina se refugiaron de una invasión bárbara entre sus muros. Sus nuevos habitantes hicieron de sus inmensas habitaciones sus viviendas y de sus corredores, calles. Con el tiempo, un nuevo núcleo urbano fue creciendo fuera y pegado a sus murallas.

Pasear por su interior cuando no conoces muy bien su historia es bastante desconcertante ¡un sindiós! Entre una arquitectura de cortar la respiración hay tenderetes de todo tipo, bares, luces de neón, ropa tendida en las ventanas y un gentío de lo más diverso. Sus sótanos son un bazar enorme ¡un bazar dentro de un edificio histórico! Sí, hay un bazar en los mismos sótanos en los que Daenerys Targaryen guardaba a sus dragones… ¡y lo cuento yo! ¡qué no he visto Juego de Tronos! Pero es que tengo amigos muy pesados que no me perdonarían ignorar el dato…

BOSNIA Y HERZEGOVINA

Después de dos días muy disfrutados volví a la carretera, dejé atrás el Adriático con rumbo al corazón de los Balcanes, a Bosnia y Herzegovina. La ruta se volvió montañosa y menos transitada, y mi primera percepción de que estaba en otro país la tuve cuando empezaron a asomar los primeros minaretes en una carretera flanqueada por vendedores locales de frutas y verduras.

Mis paradas previstas en este país eran Mostar y Sarajevo, dos ciudades que todavía resuenan en mi cabeza a territorio de conflicto. La gente de mi generación seguimos a diario en los telediarios su cruenta guerra civil que duró dos años y medio y terminó en diciembre de 1995. Las cicatrices del conflicto se perciben claramente en las ciudades, no solo en sus edificios y cementerios, sino muy especialmente en el cotidiano de sus habitantes que, fuera de los centros turísticos, no parece muy fácil. Me pregunto yo si, realmente, habrán cicatrizado sus heridas siendo tan recientes los acontecimientos que los provocaron.

Los principales reclamos de ambas ciudades -Mostar y Sarajevo- son su casco antiguo. En ambos casos han sido pulcramente reconstruidos durante la posguerra con el soporte de la ayuda internacional. En el resto de la ciudad, y en muchas poblaciones que vi en ruta, prevalecen los espantos arquitectónicos del período socialista que dan un aspecto muy sombrío a lugares muy bonitos.

MOSTAR

Mostar es la ciudad del emblemático puente otomano, el Stari Most. Es un imponente arco sobre el río Neretva que fue destruido durante la guerra y  reconstruido magníficamente bajo el auspicio de la UNESCO. El barrio que lo circunda es impecable, junto con el puente es Patrimonio de la Humanidad. En cuanto te alejas un poco de este punto, los 18 meses de asedio que sufrió la ciudad, todavía pueden leerse en sus calles y en sus edificios.

SARAJEVO

La ruta de Mostar a Sarajevo fue impresionante, entre montañas y ríos llegué a la capital en la que no pasé más de 24 horas, me encantó ¡tendré que volver! Me pareció una ciudad interesante, muy cosmopolita y oriental. En ella conviven, o coinciden en espacio y tiempo, las tres grandes religiones monoteístas, lo que genera, probablemente, un complejo encuentro entre culturas. Esa diversidad se percibe en todas partes, en su arquitectura, en los idiomas que escuchas, en la gastronomía y en la gente con la que te cruzas.

Aunque no estuve mucho tiempo, pude deambular por el centro, y acercarme a Baščaršija, el barrio turco, un laberinto de mezquitas, patios y bulliciosas calles peatonales llenas de restaurantes, artesanos y tiendas de lo más diversas. Y a cinco minutos de este barrio, pude pasear por avenidas que bien podrían ser vienesas por su espléndida arquitectura austrohúngara.

Me gustó mucho está ciudad, parece resistente y bien recuperada de su pasado. Como dice Reif Larsen en un reportaje que merece la pena leer: […] esta ciudad bella, cosmopolita y mundana, que ha sobrevivido a todo, sigue siendo un tesoro por descubrir para el visitante, como una Estambul en miniatura escondida en los Alpes Dináricos. Visitar Sarajevo es contemplar las grandes penas y los grandes triunfos de nuestra moderna civilización.

Y ¡hasta aquí hoy! En mi próximo post os llevaré a Turquía rodando por Serbia y por Bulgaria, vendréis ¿no?

 

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Soy Marta Insausti: LA MOTERA. Mujer, 55 años, madre de 2 hijos, la séptima de ocho hermanos, madrileña, peleona, aventurera y empresaria.

Mostrando los 14 comentarios
  • Loreto Martínez
    Responder

    Hola Marta! Me ha encantado tu nueva crónica, no conozco el Adriático y…ya me has puesto trabajo!
    Disfruta de Estambul, eso si lo conozco y no tiene desperdicio.
    Muchos besos, Loreto

    • Marta
      Responder

      Pues de verdad que toda la costa Dalmata es de quitar la respiración, te recomiendo fuertemente que organices una escapada.
      Yo estuve en Estambul hace 33 años, nada que ver con la Estambul actual, pero de eso ya hablaré en otro post.
      Un beso fuerte.

  • Kiki
    Responder

    Fantástico Marta, muchas gracias. Es un viaje que tengo ganas de hacer hace tiempo, pero ahora más, después de tu exposición se ve más real y menos teórico….
    Un abrazo y que sigas disfrutando de esta increíble experiencia,
    Kiki

    • Marta
      Responder

      Hola Kiki,
      Efectivamente es una zona espectacular, ya te contaré más a mi vuelta ¡se me quedan muchas cosas en el tintero! No dejes de hacer ese viaje…
      Me encanta que me acompañes desde Madrid ¡seguímos en la carretera!
      Un abrazo

      • Maribel
        Responder

        Espectacular Marta , menuda experiencia estás viviendo tan maravillosa
        Disfruta y adelante ….

        • Marta
          Responder

          Gracias Maribel.
          Contenta de que me acompañes en mi aventura.
          ¡Continuamos con el viajecito! 🙂
          Un abrazo.

  • Francisco González Romero
    Responder

    Maravillosa crónica, conozco algo de esa costa y animas a entrar en sus montañas. Ánimo Marta, hasta la próxima. Un abrazo amiga.

    • Marta
      Responder

      Hola Paco,
      Si vuelves por la zona, no dudes en adentrarte en la península de los Balcanes ¡es espectácular!
      Gracias por acompañarme en esta aventura. Te seguiré contando.
      Un abrazo

  • Ricardo
    Responder

    Que determinación la tuya!!!!!!
    … y que bueno ver como se va haciendo tu sueño.
    Gracias por las fotos y tus comentarios me hacen creer que he estado allí y lo he visto aunque sea por tus ojos.
    Espero que tengáis razón y la tierra sea redonda y que cuando te alejas estes acercándote,…
    Un abrazo y mucho ánimo en tu «paseo».

    • Marta
      Responder

      Hola Ricardo,
      ¡Yo tambien espero que la tierra sea redonda! O, al menos, con esa idea he salido de viaje 🙂
      Estoy feliz de poder retransmitir mi aventura y de que puedas vivirla conmigo.
      ¡Seguimos paseando!
      Un abrazo

  • Enrique Martín Ciorraga
    Responder

    Conozco la zona lo hicimos en pareja el año pasado y me encantó…mucha suerte en tu viaje y pasando por Euskadi avisa…un abrazo y mucha suerte!!!

    • Marta
      Responder

      Hola Enrique,
      Pues un poco lejos me queda todavía Euskadi, pero en algún momento llegaré… 🙂
      ¡Gracias por viajar conmigo!
      Seguimos rodando…
      Un abrazo

  • Suni
    Responder

    ¡Qué ganas de conocer todos esos lugares! Estambul es una de mis asignaturas pendientes, ahora tengo unas cuantas más.
    Cuídate mucho prima y sigue disfrutando como tú sabes.
    Mil besos

    • Marta
      Responder

      ¡Muchas gracias prima! 🙂
      Me acuerdo mucho de ti con todo lo que estoy viendo.
      Efectivamente ¡tienes que ir a todos esos lugares!
      Un beso enorme

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