Venecia a mi aire: con mucho gusto y con mucho arte

Venecia era una tarea pendiente, ya no.  Aún sabiendo que esta ciudad tiene belleza en abundancia, y ahora puedo confirmarlo, siempre me he resistido a conocerla, y es que también es abundante el número de visitantes que tiene.

Hace ya unos días que dejé atrás el Campanile de la plaza de San Marcos, de hecho, estoy en Croacia y con una rueda puesta en Bosnia Herzegovina. El viaje sigue y ¡la ruta obliga! Así que, entre parar para poder contar o vivir, mi elección es clara: vivir para poder contar.

Inicialmente, mi estancia en Venecia era un regalo de mi familia y finalmente, han sido los propietarios del hotel -amigos de mi hermana Julia- quienes me regalaron la estancia al conocer que mi paso por su ciudad formaba parte de un proyecto mayor, en el que, de algún modo, querían participar.

¡Y no puedo estar más contenta! no solo por la estancia, sino por la acogida y el cariño. No he podido tener más suerte, el Smart Holiday Venice tiene una ubicación extraordinaria, lo suficientemente cerca de la ciudad para poder patearla sin pereza, y lo suficientemente lejos para poder descansar de ese pateo alejada del bullicio.

Navegando, a mi aire, por Venecia

Llegué al atardecer, con lo que la noche me pilló entre callejones, canales y puentes. Paseé sin rumbo y pronto comprendí que no iba a ser necesario tenerlo ya que, fuera a donde fuera, la teatralidad de la ciudad estaba servida.

Ya de noche pude disfrutar de la Plaza de San Marcos, mucho menos transitada que durante el día, y de sus aledaños; y de vuelta al hotel, me topé con uno de los muchos bacari que hay Venecia, el Bacaro Quebrado, que aún sigue siendo territorio de los venecianos. Sus deliciosos cicchetti -tapas- y un extraordinario vino de la zona me sirvieron para dar por concluida mi primera aproximación a esta ciudad tan alucinante.

A la mañana siguiente, mientras me acerco nuevamente a ese fascinante laberinto de arquitectura decadente, me pregunto cómo resuelven las venecianas y los venecianos su vida cotidiana entre tanta agua. Ya sé, es un pensamiento muy prosaico estando, como estaba, entre palacios, cúpulas y campanarios de extraordinaria belleza.

Decidí que, para encontrarme ese día a día , iba a vagabundear fuera del epicentro más visitado, me saqué una tarjeta para moverme toda la jornada en el vaporetto -el autobús acuático- y subí y bajé sin ningún criterio dónde se me antojaba.  En el enredo de callejones en los que me fui perdiendo, la cotidianidad de los venecianos y las venecianas se fue manifestando por sí misma y mi prosaica pregunta se fue contestando por sí sola.

La Biennale

Aprovechando que tenía el vaporetto a mi servicio, pude dedicar el resto del día a La Biennale. Bueno, un poco, porque es infinita y está dispersa por toda la ciudad. Os comparto algunas imágenes de las exposiciones que pude visitar.

En el pabellón Zimbabwe, la exposición Soko Risina Musoro (The Tale without a Head) mostraba los trabajos de varios artístas plásticos.

En el pabellón de la República de San Marino, la exposición, también colectiva, Friendship Project International, reunía a artistas de diferentes latitudes y con diferentes lenguajes artísticos.

De manera paralela a La Biennale, se pueden ver otros proyectos artísticos contemporáneos en diversos espacios y galerías. Es el caso del Zuecca Project Space en el que pude disfrutar de una obra que reflexiona sobre la post verdad, del autor Warren Neidich, Rumor to Desilusion. Interesante ¿no?

Y algo de gastronomía

Como a mi todo me da hambre, ¡el arte no podía ser menos! Entre vaporettos, canales y exposiciones encontré la Ostería Al Mascaron, en el barrio de Castello ¡imperdible si vais a Venecia! todavía me relamo al recordarlo. Me explayaría describiendo la experiencia, pero mejor mirad este video, exactamente así lo viví yo. Si vais a Venecia, no podéis iros sin haber disfrutado de su gastronomía, si no, será como si no hubierais estado.

¡Pues así ha sido mi breve estancia en la Serenissima! Paseando, con mucho arte, y comiendo, con mucho gusto…

¡No me perdáis de vista! En mi próximo post, y cuando la carretera me lo permita, os cuento el trayecto que llevo recorrido desde que salí de Venecia.

 

¡Y no olvides echar gasolina para mis kilómetros solidarios!

¡DONA! LO DEMÁS VIENE RODADO…

¡Hola!

asd

Soy Marta Insausti: LA MOTERA. Mujer, 55 años, madre de 2 hijos, la séptima de ocho hermanos, madrileña, peleona, aventurera y empresaria.

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