De Madrid a Venecia. ¡Por fin en la carretera!

No fue fácil salir de Madrid; pero fue, que al final es lo que importa. Después de no pocas situaciones impredecibles, hice mi primer kilómetro hace 7 días y hoy, cerca de 1900 km después, acabo de llegar a Venecia, mi primera parada larga.

Teniendo en cuenta que lo que me ha traído hasta la Serenissima ha sido la lluvia más que la carretera, veo góndolas y no me parecen tan mala idea. Si esta mañana le hubiera puesto a mi moto il fiero di prua, un forcole y un remo, habría salido ganando ya que, hasta aquí, hoy se llegaba antes bogando que rodando. La ruta ya anticipaba ese laberinto de canales en el que voy a sumergirme estos 2 días. ¡Qué manera de llover! He llegado empapada, he tenido que escurrir hasta el carenado de la moto en el hotel del que, por cierto, todavía no he salido. Y no, todavía no he visto góndolas, pero las llevo pensando todo el día…

Vamos al principio, que ya estoy cogiendo desvíos. Salí rumbo a los Pirineos el lunes pasado, y tras una pernoctación maña -dormí en Zaragoza ese día- y un breve saludito a la Pilarica cogí ruta a Puigcerdà, o eso creía yo.

Es lo que tiene reservar hotel sobre la marcha, y hacer más caso al Tom Tom del que se merece. ¡Lección aprendida! los pueblos de al lado en Booking no siempre están tan cerca como parece. Este, en concreto, estaba a 60 Km si continuaba por las carreteras secundarias por las que me gusta rodar, mucho más cerca si utilizaba, y así lo hice, la autovía y el impresionante Túnel del Cadí que, con una longitud de 5 km, une la Comarca de la Cerdanya con el Alt Berguedà, que era a donde me dirigía yo.

Así que, esa noche, dormí en Bagá. Y ¡bendigo a la providencia! que me llevó al Hostal Cal Batista, un coqueto hotel familiar en la espectacular Sierra del Cadí. Por la mañana me fui más tarde de lo previsto, quise aprovechar la tranquilidad y las buenas vistas para replanificar mi ruta en Francia.

Llegué a Perpiñán por la tarde noche, y me pareció que tenía ese color indefinido y tristón de las ciudades fronterizas. Cuesta no acordarse de que esa Francia fronteriza recogió a cientos de miles de refugiados españoles, y tuve la tentación de pasar al día siguiente por Colliure a visitar la tumba de Antonio Machado, pero como me desviaba demasiado de mi ruta, me puse rumbo al Languedoc-Rosellón.

Uchaud, cerca de Nimes, fue mi siguiente parada, en Le Cheval Blanc, un hotelito sencillo y amable al borde de la carretera. Su bar, a pie de calle, congrega religiosamente a los uchadois quienes, por cierto, me llevaron en palmitas durante mi estancia.

Me resultó especialmente curioso en Uchaud, que en todas las fachadas de las casas aparecieran los pictogramas que os muestro en la foto; os pregunté en Instagram si alguien conocía su significado y ¡qué listos sois! @pattysenarega nos lo explicó estupendamente: “Se trata de una tradición […] Cada año una banda compuesta por gente joven pasa por las casas del pueblo cantando serenatas para celebrar su mayoría de edad. Al terminar, deja el signo distintivo de su Peña en la pared”

Los dos días siguientes, mi moto y yo navegamos fundamentalmente entre viñedos y bodegas. Buscando Italia en el horizonte, atravesamos la región Provence-Alpes-Côte d’Azur, dormimos en la costa, en Fréjus, et voilà!  Au revoire la France!

 

Mi primera noche italiana la paso en Paveragno. La ruta que me lleva ¡espectacular! aunque la temperatura fue descendiendo hasta el nivel tiritona según iba dejando a mi espalda Alpes Marítimos y me iba adentrando en Piamonte para llegar a mi destino, la Cascina La Commenda. ¡Y qué destino! La casa, el entorno, los propietarios, el buen gusto, el desayuno con productos de su propia hacienda agrícola… Los Agriturismi son siempre una buena opción para disfrutar de Italia, ¡los hay a miles!

Me costó marcharme, pero como Venecia tenía fecha no pude hacerme la remolona. Paré en Piacenza, a orillas del río Po, para hacer noche y, como no llegué muy tarde, pude darme un paseíto por su casco antiguo. Bonito y muy tranquilo, era domingo y eso en Italia es todo cerrado sin piedad; bueno, casi todo, un par de basílicas y el Duomo se dejaron visitar y rematé la tarde con un estupendo aperitivi italiani en el único bar que encontré abierto, ¡un plan redondo!

¡Pues ya en Venecia! Aunque a puntito he estado de no llegar con tanta lluvia en la carretera. Pero contenta, tengo 2 días venecianos y la Biennale por delante para disfrutar. ¡Me tiro a las calles! ¡Qué en algún sitio hay un Apperol Spritz que lleva mi nombre!

Ci vediamo!

¡Y no olvides echar gasolina para mis kilómetros solidarios!

DONA, ¡LO DEMÁS VIENE RODADO!

 

 

 

¡Hola!

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Soy Marta Insausti: LA MOTERA. Mujer, 55 años, madre de 2 hijos, la séptima de ocho hermanos, madrileña, peleona, aventurera y empresaria.

Mostrando los 4 comentarios
  • Carol
    Responder

    Hola Marta:

    Precioso, y Venecia es uno de los sitios más bonitos que he estado. Viajo contigo desde mi casa, buen viaje!!

    Carol.

    • Marta
      Responder

      Hola Carol,
      La verdad es que me encantó Venecia, tendré que volver con más tiempo.
      ¡Gracias por viajar conmigo!
      ¡Seguimos ruta!
      Un abrazo

  • Iñaki
    Responder

    ¡Qué envidia!
    Un proyecto muy bonito en todos los sentidos
    Ya tienes un seguidor más aquí y en twitter
    V»sss

    • Marta
      Responder

      Estupendo Iñaki, viajamos juntos que es como más mola viajar.
      Saber que tantos estais ahí, da fuerzas en los momentos difíciles.
      Seguimos en la carretera.

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