La Motera es muchas cosas, pero, sobre todo, soy yo, Marta Insausti. Mujer, 58 años, madre de 2 hijos, la séptima de ocho hermanos, madrileña, motera, peleona, aventurera y empresaria… ¿no son estas dos últimas cosas lo mismo?

En el año 2019 decido coger mi moto y salir a la carretera para dar la vuelta al mundo. Así ¡como suena! Porque suena sencillo ¿no?  Pero no, no es algo que sucediera de la noche a la mañana.

Por ir contextualizando, diré que los años que anteceden a esta decisión se fueron conjugando en mi vida con lo imprevisible en el peor sentido del término. Aunque también tengo que decir que, gracias a esos acontecimientos, hoy me veo enrolada en este fascinante viaje.

En el año 2012 me diagnosticaron un cáncer de mama, grado III. En un pis pas me vi con una mastectomía hecha e inmersa en las correspondientes sesiones de quimioterapia que me dejaron, literalmente, al borde de la muerte en una ocasión. Huelga decir lo que te cambia la perspectiva de la vida una experiencia de este tipo, lo que aprendes a relativizar y el especial valor que adquieren las pocas cosas que de verdad te importan.

Mientras tanto, la crisis iba arrasando con un número significativo de empresas. Y yo, que en ese momento vivía inmersa en ese ámbito profesional, luché como gato panza arriba por la supervivencia de las mías y por salvaguardar los puestos de trabajo de mi equipo. Finalmente, mis socios, menos peleones que yo, decidieron cerrar ¡es lo que tienen las mayorías!

Por segunda vez en poco tiempo, el futuro se me volvía a tambalear. Empezaba a no quedar nada de mi estabilidad de antaño… ¡Ni falta que me hacía! me digo hoy, claro está, desde esa tranquilidad que da el haber acertado con una decisión.

En aquel momento, espantaba los miedos con ensoñaciones viajeras porque eso ¡siempre me funciona! Y como soy motera desde que me recuerdo, soñaba sobre ruedas.

La cosa se me fue yendo de las manos, empecé por querer ir a India para conocer de primera mano la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur, entidad de la que soy socia y sigo, desde la distancia, con gran interés.

Ya con los mapas sobre la mesa y la ruta trazada, observé las grandes dificultades que tenía llegar a la India por carretera, así que decidí buscar otra ruta para mi regreso, por el lado contrario. Finalizado el trazado de la ruta, el reto estaba servido ¡estaba dando la vuelta al mundo!

¡No me lo pensé dos veces! La vida ya me había dejado claro que nada es seguro, que todo puede pasar… y ¿si todo puede pasar? ¿Por qué no voy a dar la vuelta al mundo?

En septiembre de 2019 cogí la carretera y en marzo de 2020 la pandemia me pilló en Chile. Volví a Madrid con la precipitación propia de la circunstancia dejando allí mi moto con la que, en febrero de 2022, casi dos años después ¡me vuelvo a reencontrar!

¡Seguimos! ¡Carretera y Marta!