Crónicas desde Estambul (II): Atravesando la Península de los Balcanes

Sigo en Estambul. He tenido que prorrogar mi estancia porque se me ha enrevesado bastante el trámite de la visa para Irán. Bueno, en realidad, todo está siendo un poco enrevesado aquí, a orillas del Bósforo. Os lo contaré más adelante, cuando mi relato, que siempre va diez pasos por detrás de mí, llegue a esta ciudad.

¡A Serbia!

Salí de Sarajevo temprano, sin ser consciente de lo sorprendente que iba a ser la jornada que comenzaba; sorprendente en el peor y en el mejor sentido del término. Tenía como destino Kraljevo, mi primera parada en Serbia.

Emprendí la ruta con calma, no solo por disfrutarla sino por prudencia. Desde que llegué a Bosnia y Herzegovina he disfrutado mucho de las carreteras, están en muy buen estado y son preciosas, pero según me he ido acercando a Serbia se han ido volviendo más complicadas. El estado del pavimento te obliga a transitar con más atención de la necesaria y, ya en Serbia, lo habitual es que haya tramos infinitos en obras ¡es agotador!

La aventura ¡es la aventura!

Esa mañana, y como es costumbre, el Tom Tom me dictó mi ruta y me indicó una duración de más de cuatro horas para recorrerla, mucho me parecía a mi para la distancia que hay entre estas dos ciudades… Y ¡qué corto se quedó!

Andaba yo disfrutando de la carretera cuando, en un pis pas ¡desapareció! y me vi rodando por un escarpado camino de tierra. Pensé que me había salido de ruta, pero no, el Tom Tom no daba su brazo a torcer y me indicaba que ese era el camino correcto, y yo quería creer que solo iba a ser un tramo, y que luego emergería de nuevo el asfalto como si no hubiera pasado nada.

Llegué a un punto en el que la pendiente de ese camino pedregoso ya era insalvable, y como solo tenía la nada en el horizonte, decidí retroceder para buscar otra ruta.

Durante mi regreso me crucé con dos motoristas a los que su navegador también les mandaba por el mismo camino. Les advertí de lo que había por delante, miramos juntos nuevamente los mapas y concluimos que no había otra ruta posible.

Yo me resistía bastante, incluso pensé en cambiar mi destino de ese día cuando uno de ellos me dijo: ¿no querías aventura? Pues la aventura es ¡la aventura! ¡Claro!, si me retan ¡entro rápido al trapo! Así que retomé de nuevo esa ruta infernal, aunque eta vez, al ir acompañada iba más tranquila.

Os explico la aventura completa en el video que sigue, aunque os hago un spoiler: tuvimos que retornar todos y pudimos encontrar otra ruta gracias a un milagroso coche que se nos cruzó y nos condujo por el buen camino ¿será que Dios existe?

Un puente sobre el Drina

El coche salvador me dejó en una ruta asfaltada, pero distinta a la que tenía prevista para llegar a Kraljevo.  Yo seguía sin saber que, todavía, no me dirigía a mi destino, sino a la siguiente sorpresa del día, la buena.

Me tomé un descanso, paré en un bar de carretera que, aparentemente, no ofrecía nada excepcional salvo la oportunidad de comer algo y estirar un poco las piernas que ya las tenía agarrotadas.

Pasé al interior, y como vi que tenia una terracita al fondo, pedí que me sirvieran allí la comida. ¡Impresionante lo que ocultaba la parte trasera de aquel bar anodino! Un río inmenso con un puente extraordinario que lo atravesaba ¡una vista espectacular!

Vistas sobre el Drina, en Visegrad

Como andaba un poco perdida cogí el mapa para ubicarme, y me encontré en Visegrad, junto al río Drina y ¿el puente? ¡No daba crédito! Estaba delante del puente sobre el Drina, el mismo que bautizó la mejor novela de Ivo Andric, el único escritor serbio bosnio que ha sido galardonado con un Nobel.

No, no os voy a engañar, yo no he leído Un puente sobre el Drina; ahora sé seguro que lo leeré a mi vuelta. Para muchos, además de ser un relato extraordinario, su lectura es imprescindible para hacer un viaje diferente, y con más conocimiento, al corazón de los Balcanes. Y como yo pienso volver, vendré con los deberes hechos.

Debe de ser un relato singular ya que abarca 400 años de historia, desde la construcción del puente hasta la Primera Guerra Mundial, y no debe de ser gratuito que haya tomado como protagonista y  eje de su narración al puente que cruza el Drina, que es frontera natural entre Serbia y Bosnia a su paso por Visegrad.

Cuando viajas por los Balcanes percibes de algún modo que estás todo el tiempo sobre un territorio puente, sientes esa dualidad constante entre oriente y occidente, mundo musulmán y cristiano y al mismo tiempo hay muchos significados culturales comunes como el idioma o el denso pasado colectivo. En un lugar así parece que, y cito a Ivo Andric, los puentes son más importantes que las casas.

Visegrad

Solo estuve de paso en Visegrad pero, aunque es una ciudad fuera de las rutas turísticas habituales, me parece un lugar muy apetecible ¡recomendado si vais por la zona! Está en la parte serbia de Bosnia, en una zona abrupta y montañosa, y con el Drina discurriendo por unos cañones espectaculares.

Un cañón del Drina y el puente Mehmed Pashá Sokolovic. Fotos de unusualplaces.org y de itinati.com

Es imperdible, por supuesto, pasear el puente otomano del que hemos hablado, el puente Mehmed Pashá Sokolovic, obra del arquitecto estrella del XVI Mimar Sinan de quien, por cierto, estoy viendo en estos días varias de sus mezquitas, madrasas y hammams en Estambul.

Además, y esto es algo que descubrí a posteriori en una de mis fotos, en Visegrad está Andricgrad -la ciudad de Andric- una pequeña ciudad de la cultura que, inspirada en su universo, rinde homenaje al escritor. Este proyecto, no exento de polémica, fue impulsado, y financiado en alguna medida, por el cineasta y músico serbio, de origen bosnio, Emir Kusturica.

Finalmente ¡Kraljevo!

Volví a la carretera, y aún tardé casi cuatro horas en llegar a mi destino que no estaba a más de 180 km ¡vaya día!

Llegué muy tarde y exhausta, y todavía estoy agradeciendo la amabilidad del Hotel Turist en el que me alojé esa noche, fueron tan atentos que hasta le buscaron un lugar adecuado a mi moto para que también pudiera descansar ¡se lo había ganado con creces!

Niš

Mi siguiente parada fue Niš, la tercera ciudad más grande de Serbia y cuna del emperador Constantino el Grande, el legalizador del cristianismo.

Como no llegué muy tarde y me hospedaba en el centro, en el B&B Vilanova, me di un paseíto por las calles aledañas. Me pareció una ciudad con mucha vida y muy optimista, es ciudad universitaria, y sus calles peatonales están invadidas de terrazas.

Visité la Fortaleza Otomana ¡es enorme! Está pegada al río Nišava y en su interior, a parte de las edificaciones que le son propias, hay un inmenso parque. Fue construida en el XVIII sobre otras fortificaciones preexistentes, una romana y otra bizantina.

La Fortaleza Otomana de Nis

Tenía previsto visitar el Campo de Concentración de la Cruz Roja y el Cele Kula pero no me vi con ánimo para historias tristes, supongo que el cansancio del día anterior me estaba haciendo mella.

El Cele Kula es un monumento muy particular que ahora me arrepiento de no haber visitado. Es una torre construida con los cráneos de los serbios que se revelaron a los turcos a principios del XIX, fue erigida para disuadir futuras insurrecciones ¡vaya método! Inicialmente había 952 cráneos dispuestos en 11 filas, ahora solo quedan 58, que son suficientes para pasar una mala tarde.

Ya que estaba en la calle, aproveché para cenar en la terraza de un restaurante de comida local. Una vez que tomé posesión de mi mesa, me puse a observar el entorno y ¿qué tenía enfrente? ¡Una funeraria! Si lo llego a saber ¡me hubiera ido a ver el Cele Kula!

Cena serbia con muy buenas vistas

Sofía

Mi llegada a Sofía fue extraña, el mal tiempo me hizo coger la autovía para llegar antes, lo que restó bastante interés al trayecto, y según me acercaba a la ciudad, la sucesión de barrios de aspecto soviético no ayudó mucho a mejorar la experiencia.

El paisaje urbano empezó a cambiar según me acercaba al centro, la imponente arquitectura religiosa, de cualquier credo y de cualquier tiempo, empezaba a hablar de un lugar pródigo en historia y en cruces culturales, denominador común de todos los lugares que he ido recorriendo en la península de los Balcanes. Diría que es muy cierto, además de bonito, lo que decía Churchill de que los Balcanes producen más historia de la que pueden digerir.

En las calles de Sofía

Me quedé un par de días y debo de reconocer que me fui con ganas, la gente me pareció muy áspera y poco acogedora. Tuve un sentimiento parecido cuando visité Varsovia hace un año, es como si algunas ciudades postcomunistas tuvieran algo grisáceo, no solo en su urbanismo sino también en el carácter de sus habitantes.

Pero vamos a lo bonito, ¡flipé cuando llegué a la habitación de mi hotel! Tenía la Sinagoga Sefardí pegada a mi ventana, y con una iluminación preciosa.

Sinagoga Sefardí

Por la mañana  pude admirar la Sinagoga con más detalle, construida a principios del XX, de estilo neoárabe y veneciano, es la sinagoga sefardí más grande de Europa. Justo enfrente está la Mezquita de Banya Bashi, construida en el XVI durante la ocupación otomana.

Sinagoga Sefardí y Mezquita Banya Bashi

Y no lejos de los anteriores, está todo en un cogollito, se puede ver también la Iglesia Rusa, de estilo neobizantino y neoruso construida a principios del XX y la Catedral Alexander Nevski, de finales del XIX, también de estilo neobizantino.

Catedral Alexander Nevski

Interior de la Catedral Alexander Nevski

Junto con la de Sveti Georgia, la iglesia Hagia Sofía es la más antigua, paleocristiana del siglo VI y es la que le da el nombre a la ciudad.

Iglesia Hagia Sofía

Y por último, finalicé mi maratón de arquitectura religiosa con la Catedral Ortodoxa Steva Nedelya de mediados del XIX. Posee una enorme cúpula de 30 metros y me gustó mucho su interior en penumbra, sus paredes están repletas de iconos y abundan las velas y los candelabros dorados.

Catedral Ortodoxa Sveta Nedelya

Salí de Sofía, al día siguiente,  con rumbo a Estambul. De camino, me detuve un par de días en Edirne, ya en Turquía, dónde ya di por concluido mi periplo balcánico, pero esa, ya será otra historia.

Los necesarios puentes

De toda mi fascinante travesia por la Península Balcánica, me quedo con los puentes, con los físicos –como el de Mostar y el del Drina– y  su poder simbólico, y con los invisibles, los que construyen, y también destruyen, los habitantes de un territorio tan complejo históricamente, y que contiene una diversidad tan amplia, tanto cultural y religiosa, como económica y social.

De todo lo que el hombre erige y construye en su anhelo por vivir, nada es, a mis ojos, mejor y más valioso que los puentes. Son más importantes que las casas, más sagrados que los santuarios. Perteneciendo a todos y siendo iguales para todos, útiles, siempre construidos con un sentido justo allá donde las necesidades humanas consisten en cruzar, son más duraderos que ningún otro edificio y no sirven para nada secreto ni malvado.

Ivo Andric. Signs near de travel-road

¡Y un bonus track! La música tendiendo puentes. Os dejo una versión de Ederlezi, una canción tradicional de la minoría romaní de los Balcanes que la hizo conocida en nuestra parte del mundo el músico Goran Bregovic, bosnio, hijo de padre croata y madre serbia. Es el tema principal de la banda sonora que compuso para El tiempo de los gitanos, película dirigida por Emir Kusturica, serbio. Lo curioso de la versión que os muestro es que la canta un coro francés con una solista, Camélia Jordana Riad-Aliouane, de ascendencia argelina. El concierto era benéfico, a beneficio de una entidad que trabaja con niñas de la India… ¡este sí que es un puente enorme! ¡Qué lo disfrutéis!

 

¡Y no olvides echar gasolina para mis kilómetros solidarios!

¡DONA! LO DEMÁS VIENE RODADO…

¡Hola!

asd

Soy Marta Insausti: LA MOTERA. Mujer, 55 años, madre de 2 hijos, la séptima de ocho hermanos, madrileña, peleona, aventurera y empresaria.

Mostrando los 10 comentarios
  • Carol
    Responder

    Buenos días Marta:

    Espero que estés teniendo un buen día por esos senderos. Gracias por el relato de tu trasiego por Serbia, las fotos y la bellísima canción con la que has finalizado, que me ha trasladado a otro punto del planeta en poco tiempo. Y los puentes, esos apuntes que has hecho de ellos también me han hecho pensarlos de otra manera. Viajamos contigo en la distancia.
    Gracias y….¡¡Buen viaje!!

    Carol.

    • Marta
      Responder

      ¡Gracias Carol!
      Me encanta que viajes conmigo y con mi relato.
      ¿Estás lista para continuar?
      ¡Pues continuamos con la vuelta al mundo!
      Un abrazo.

  • Suni
    Responder

    ¡Jo Marta!, ¡qué de cosas!
    Preciosa la canción
    Que sigas disfrutando, y cuéntanoslo !!

    Mas besos,
    Suni

    • Marta
      Responder

      Me alegra que me leas, no dudes que seguiré contando mis batallitas 🙂
      ¡Mas y más besos!
      Marta

  • Ricardo
    Responder

    Que experiencia tan intensa!!! ,
    Digna de ser vivido con todos los sentidos!!!!
    La aventura es la aventura!!!
    Os deseo mucho animo en las dificultades, que disfruteis de los buenos momentos y conciencia en todo momento.
    Mil gracias por llevarnos tan lejos con tu crónica.
    Un gran abrazo

    Ricado

    • Marta
      Responder

      ¡Gracias Ricardo!
      Desde luego, por falta de aventura no me voy a quejar… 🙂
      Sigo viajando y seguiré contando.
      Un abrazo

  • Maribel
    Responder

    Hola Marta
    Que viaje tan maravilloso estás haciendo y que experiencia tan inolvidable.
    Es una pasada viajar contigo y poder disfrutar un poco de todo lo que estás viendo y viviendo.
    Hoy me ha preguntado por ti uno de los profes de inglés, como verás te sigue mucha gente.
    Estas hecha toda una reportera de las buenas, una gozada tus relatos.
    Animo y que todo salga bien con tu visado
    Hasta pronto ??

    • Marta
      Responder

      ¡Hola Maribel!
      Pues si, está siendo una experiencia maravillosa.
      Saluda a los profes, me acuerdo mucho de ellos y de sus enseñanazas ¡las estoy aplicando todas!
      Me encanta que viajes conmigo.
      Un beso fuerte.

  • Loreto Martínez
    Responder

    Hola Marta!
    hoy me estoy acordando de tí de forma especial… Muchísimas felicidades !!! espero que lo puedas celebrar de alguna manera, seguro que será original. Sigue disfrutando de este apasionante viaje y compartiéndolo con todos nosotros, me encanta leer tus crónicas.
    Un beso muy fuerte, tirones de orejas y que cumplas muchos más! Con cariño, Loreto

    • Marta
      Responder

      ¡Muchisimas gracias Lore!
      Sí que ha sido una celebración original, lo he celebrado junto a mi hija Marta aquí, en Irán 🙂
      No siempre puedo comunicarme como me gustaría, las conexiones no siempre son buenas… ¡pero más vale tarde que nunca!
      Gracias por tu felicitación y por tu compañía.
      ¡Nos hablamos en la siguiente crónica!
      Un beso fuerte.

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